Eco y micro: el futuro de la movilidad


Eco y micro: el futuro de la movilidad

Este último año ha cambiado el modelo de relacionarnos con la sociedad y este distanciamiento social ha dado impulso al incipiente sector de la micromovilidad. Se trata de un modelo de transporte con vehículos ligeros, pequeños y eléctricos donde se encuentran desde patinetes eléctricos, bicicletas eléctricas, cargobikes, dockless, segways, scooters a ciclomotores, los cuales principalmente son de uso individual por eso también son conocidos como vehículos de movilidad personal (VMP).

No son una novedad, ya hace unos años de su llegada a nuestras ciudades y se están convirtiendo en una de las alternativas más sostenibles al uso del coche para una movilidad urbana más efectiva, cómoda y respetuosa con el medio ambiente. Aunque hay expertos que van más allá, el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada considera que serán un elemento clave que definirá y dinamizará las ciudades en el futuro próximo. 

La primera y última milla

Los VMP son utilizados para realizar aquellos trayectos lo suficientemente largos como para ir en coche pero demasiado para considerar llegar a pie. Sobretodo se están imponiendo para los trayectos más cortos. La “primera milla” y “última milla” describen el primer y último tramo de una cadena de movilidad, de una distancia menor de un kilómetro, son los que discurren entre el origen, la vivienda del usuario y el medio de transporte primario y que concluye al bajar de ese transporte primario hasta el destino final.

Crecimiento económico del sector

El negocio de la micromovilidad se encuentra en auge. Y aún tiene previsiones de seguir creciendo. Según el Centro McKinsey, la mayoría de los desplazamientos en UE, USA o China realizados en automóvil recorren menos de 8 kilómetros y que en trayectos urbanos la mayoría recorren distancias inferiores a los 5 kilómetros. Por eso, con el cambio hacia un transporte más sostenible, la probabilidad de que más usuarios se pasen a la nueva modalidad de movilidad.

¿Cómo ayuda la micromovilidad a la sociedad?

Son varios los beneficios que aporta la micromovilidad a la sociedad. La eclosión de este modelo nos ayudará en:

  • Reducción de la dependencia del coche. Facilita el uso multimodal combinado con el transporte público en sustitución total o parcial del uso del coche. Si las distancias más cortas se realizan con VMP de propiedad o de sharing se reducirán la cantidad de vehículos en las calles, ya que proporciona modelos adecuados de transporte individual.

  • Reducción del tráfico. Menos coches en las calles, significa mejor circulación. Se reducirán problemas puntuales de congestión de tráfico y embotellamientos en hora punta y por ende, se  reducirá la contaminación acústica.

  • Aparcamientos: También soluciona otro problema común en todas las ciudades grandes, la escasez de aparcamiento, aprovechando el espacio urbano de un modo más eficiente.

  • Ahorro de tiempo. Está estudiado que bicicletas y patinetes emplean esos tramos cortos con el mismo tiempo que los vehículos convencionales. Así que es una solución que ahorra tiempo, es rápida y cómoda. La ventaja es la reducción del índice de emisiones entre un VMP y un vehículo convencional.

  • Disminución de la huella ambiental. Se trata de vehículos eléctricos y son una apuesta segura para conseguir proteger el medioambiente, sin emisiones de agentes contaminantes y nocivos en la atmósfera, la calidad del aire mejora notablemente y así la calidad de vida de sus habitantes.

  • Fácil uso. La mayoría de VPM son aptos para el uso de prácticamente cualquier persona, ya que no requieren de habilidades especiales para su conducción ni de unas condiciones físicas concretas.

  • Sharing. La micromovilidad también está pensada para funcionar como un servicio compartido. Aunque en pandemia, algunos pasajeros recelen de la movilidad compartida, los estudios indican que su uso ha aumentado para evitar el uso de transportes colectivos casi siempre gentrificados.

 

También encontramos algunos aspectos en contra

  • Integración: las ciudades tienen que mejorar sus infraestructuras, actualmente deficientes o inexistentes, para que la ecomovilidad sea una realidad efectiva y asumible.

  • Uso del espacio público: la transición hacia la adopción de esta nueva forma de moverse no está siendo sencilla en todas las ciudades. En algunos lugares, han aparecido VMP en lugares impensados y con la posibilidad de dejarlos en cualquier sitio. Esa falta de estacionamientos ha provocado tensiones con los vecinos y ha abierto el debate sobre la micromovilidad y el espacio público, por lo que se están y se han desarrollado marcos reguladores y normativas para integrarse con los medios de transporte existentes y espacio para la ciudadanía.

  • Control de la siniestralidad. Su uso sin experiencia y sin una pauta normativa clara a seguir ha llevado a un aumento de accidentes en las calles causadas por vehículos de movilidad personal.


Nueva regulación

En los últimos meses, la DGT ha adaptado y actualizado la normativa de tráfico a las necesidades actuales, así que se espera que parte de las novedades hagan referencia a la micromovilidad. 

A falta de un marco regulador común, algunas ciudades como Barcelona ya tienen su primera normativa para regular el uso de los VMP. La regulación entró en vigor el pasado 2 de enero de este año y se regulan cuestiones como la velocidad máxima, su área de circulación y que deben seguir la mismas normas de circulación que el resto de vehículos convencionales.

 

Aunque aún queda trabajo por hacer, la micromovilidad ya es una realidad y un complemento necesario para descongestionar las smart cities y transformarlas en ciudades sostenibles. Estamos en el momento idóneo para crear nuevas infraestructuras, desarrollar normativas que permitan una buena integración y sobretodo enseñar a los usuarios a emplear los medios de transporte de un modo racional y práctico.

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